Desde 2010, se han invertido entre $115 y $120 mil millones de dólares en soluciones para los vehículos eléctricos,
McKinsey estima que entre 2021 y 2030, su venta pase de 6.5 a 40 millones de unidades vendidas en el mundo.
Será necesario que el ecosistema automotriz aborde algunas limitaciones antes de que la producción y las ventas de VE puedan ganar escala.
McKinsey estima que entre 2021 y 2030, su venta pase de 6.5 a 40 millones de unidades vendidas en el mundo.
Será necesario que el ecosistema automotriz aborde algunas limitaciones antes de que la producción y las ventas de VE puedan ganar escala.
El sector automotor está en el umbral de cambios no vistos desde
que el Ford Modelo T salió de la línea de producción a principios del siglo veinte, en la media
en la que las nuevas regulaciones, tecnologías y preferencias de los consumidores
transforman sus productos y modelos de negocio. Una mayor parte de esta transformación
se ha enfocado en la transición a vehículos eléctricos, cuyo crecimiento ha aumentado
significativamente en los últimos años y ha superado las expectativas, más allá del
transporte tradicional.
Desde 2010, se han invertido $280 mil millones de dólares en soluciones innovadoras de
hardware y software para automóviles, de los cuales casi la mitad (entre $115 y $120 mil
millones de dólares), se destinó a vehículos eléctricos. Los fabricantes de equipos originales
(OEM) y los proveedores de componentes superaron en rendimiento a empresas en muchos
otros sectores prósperos, incluidos los de alta tecnología y productos químicos. Así mismo,
este sector fue uno de los pocos que, durante la pandemia, generó un retorno del 79% entre
el 2020 y 2022.
Aunque McKinsey estima que entre 2021 y 2030, la venta de vehículos eléctricos pase de
6.5 a 40 millones de unidades vendidas en el mundo, las proyecciones optimistas vienen con
unas advertencias. Si bien la demanda de los consumidores parece clara, el ecosistema
automotriz necesita abordar tres limitaciones antes de que la producción y las ventas de VE
puedan ganar escala. Estas son: dificultades para obtener suficientes materias primas,
incluidos litio, níquel y cobalto, que se utilizan en las baterías; una cantidad insuficiente de
gigafábricas que producen baterías, así como una baja productividad dentro de las
instalaciones existentes y una infraestructura de carga pública que será importante
construir para mantener el ritmo de la cantidad de vehículos eléctricos en la carretera.
A continuación, algunos de los principales retos que la industria puede enfrentar y cómo
pueden sortearse:
Construir gigafábricas y hacer que funcionen
Las instalaciones extremadamente grandes donde se producen la mayoría de las baterías se
denominan gigafábricas, ya que la capacidad anual que producen supera un gigavatio. Hoy
en día, los operadores de gigafábricas se enfrentan a dos obstáculos: construcción, debido a
su gran estructura y eficiencia operativa una vez se abren. Si continúa la tendencia actual de
retrasos en el inicio de la producción, Una investigación reciente McKinsey estima que solo
en América del Norte, el 30% de la nueva capacidad anual agregada estaría en riesgo para
2025, lo que podría dejar a más de 300,000 vehículos sin baterías cada año en esa región.
Para mitigar estos riesgos, los operadores de gigafábricas pueden enfocarse en una mayor
contratación de talento para la construcción durante la fase de planeación del sitio o antes.
Además, pueden prestar atención temprana a los estándares de diseño locales y a las
preocupaciones regulatorias, como las aguas residuales, y al utilizar proveedores dentro de
la base industrial local que brindan soporte en el sitio y responder a los desafíos de calidad y
producción más rápidamente.
Si el desarrollo de capacidades parece necesario, las gigafábricas pueden beneficiarse de
tener una organización intercultural in situ donde los empleados con experiencia global
ayuden a los empleados locales a desarrollar competencias estratégicas. La industria
cambia y la tecnología de baterías avanza velozmente, así que las empresas se favorecerán
de ser ágiles a la hora de adaptar sus esfuerzos de contratación y entrenamiento.
Acelerar el despliegue de la infraestructura de carga.
Para qué los VE se generalicen, necesitarán una amplia red de soluciones de carga para
proporcionar a los conductores un suministro de electricidad adecuado. La mayoría de los
países aún no han comprometido fondos suficientes para apoyar la expansión necesaria de
la infraestructura de carga. Solo en Estados Unidos, en promedio, se necesitarían más de
$35.000 millones para llegar a los 1,2 millones de cargadores públicos requeridos, sin incluir
los costos de actualización de la red y la electricidad.
Algunas preguntas que pueden hacerse los gobiernos, empresas de servicios públicos y las
nuevas empresas de carga para acelerar este proceso son: ¿Dónde deben ubicarse las
estaciones de carga?, ¿Qué velocidad de carga es esencial? Y, ¿Cuál es la mejor manera
de equilibrar la rentabilidad y la conveniencia?
Lo que sigue para la industria automotriz
Durante la próxima década, la industria automotriz experimentará cambios que no se habían
visto en más de un siglo. Por ejemplo, migrar de tecnología ICE a la electrificación, lo cual
fomentará el desarrollo de VE que contengan software, conectividad y sistemas de
vanguardia, incluidos infoentretenimiento, computadoras de alto rendimiento, funciones
avanzadas de sistemas de asistencia al conductor y trenes de potencia eléctricos.
Si bien la adopción a gran escala de vehículos autónomos dependerá del software, la
aprobación regulatoria y la aceptación del público, los analistas creen que los vehículos alta
o totalmente autónomos podrían avanzar más allá de los proyectos piloto y salir a las calles
después de 2025.
Por ahora, no se puede hablar de fechas concretas, teniendo en cuenta acontecimientos
como la escasez de semiconductores, las limitaciones de materias primas, y la estructura de
la industria que podría dinamizarse en los próximos años. La única certeza es que los
fabricantes de OEM y otras partes interesadas del sector automotor se beneficiarán de estar
preparados para apoyar y fomentar una serie de transiciones en los próximos años y
décadas.