En medio de un panorama automotriz en constante evolución, donde las tendencias cambian a un ritmo vertiginoso, una marca se destaca por su firme decisión: Mazda. Pese a la creciente demanda de vehículos eléctricos y la disminución de la popularidad de los diésel, esta compañía japonesa se mantiene firme en su estrategia. Pero, ¿qué lleva a Mazda a continuar con su oferta diésel?

La historia del diésel y su declive
Históricamente, los motores diésel se han destacado por su eficiencia de combustible y por sus reducidas emisiones de dióxido de carbono en comparación con los vehículos de gasolina. Sin embargo, la percepción pública sobre estos vehículos ha cambiado. Datos de la Asociación Europea de Fabricantes de Automóviles (ACEA) revelan que, mientras en 2017 los coches diésel acaparaban cerca del 44% del mercado de nuevos vehículos en la Unión Europea, para 2021 este número cayó drásticamente al 25%. Y en junio de este mismo año, registró otro descenso, situándose en tan solo el 13,4%.
Mazda y su visión diésel
A pesar de este panorama, Mazda no ha cedido a la presión. Recientemente, la marca sorprendió a la industria al presentar dos nuevos motores de seis cilindros en línea, uno de ellos, un diésel turboalimentado de 3.3 litros. Este motor se encuentra disponible en Europa para el modelo CX-60, ofreciendo 251 caballos de fuerza y 406 libras-pie de torque en su versión híbrida suave.
Mitsuru Wakiie, director del programa Mazda CX-90, expresó: “Si los clientes quieren diésel, siempre que podamos cumplir con las normas de emisiones de manera eficiente, nos gustaría seguir proporcionando diésel”. Y agregó que, aunque la demanda de diésel está disminuyendo, Mazda se compromete a ofrecer esta opción en mercados donde todavía existe una demanda, como en Japón y Australia.

Otros modelos y la visión global de Mazda
El CX-90, un SUV de Mazda, también se ofrece con el turbodiésel de 3.3 litros en Australia. Sin embargo, en los Estados Unidos, este vehículo se encuentra disponible con un tren motriz híbrido de 2.5 litros o un motor de gasolina de seis cilindros en línea turboalimentado de 3.3 litros, con una potencia de 340 hp y 369 lb-ft de torque.
Tanto el CX-60 como el CX-90 están construidos sobre la misma plataforma diseñada para un diseño de motor longitudinal. Ambos modelos reflejan la visión de Mazda: ofrecer a los clientes lo que demandan, independientemente de las tendencias globales.
Conclusión
El mundo automotriz es testigo de cambios trascendentales. Sin embargo, Mazda, fiel a su filosofía de centrarse en el cliente, ha decidido seguir ofreciendo vehículos diésel mientras exista demanda. Solo el tiempo dirá si esta decisión estratégica les beneficiará en el largo plazo.