¿Una CEO que gana 29,5 millones de dólares mientras el sueldo medio en su empresa no llega ni al 1%? Algo no cuadra. Pero, ¿realmente es tan simple? Lo que hay detrás del salario de Mary Barra, CEO de General Motors, no solo genera polémica, también destapa un sistema corporativo complejo donde los incentivos, el rendimiento y la rentabilidad lo cambian todo.
El salario de Mary Barra: ¿recompensa justa o exceso empresarial?
Mary Barra, la CEO de General Motors, se ha convertido en una figura icónica dentro del mundo automotriz. No solo por su liderazgo, sino también por su compensación económica: 29,5 millones de dólares en 2024, una cifra que la posiciona como la mujer mejor pagada del sector.
Este sueldo no es solo un número decorativo. Representa una mezcla de logros empresariales, metas superadas y una visión de futuro que ha rendido frutos. Sin embargo, no todos lo ven así. Mientras Barra celebra, los trabajadores de GM se preguntan si la diferencia salarial es justa.

¿Cómo se desglosa el salario de Mary Barra?
Para entender el porqué de esta cifra millonaria, hay que mirar de cerca cómo está conformado su paquete retributivo. No todo es sueldo base. De hecho, este representa una mínima parte del total:
- Salario base: 2,1 millones de dólares
- Compensación por acciones: 19,5 millones de dólares
- Bonificaciones por incentivos: 6,6 millones
- Otros beneficios (vehículo de empresa, seguros, planes de ahorro): 1,2 millones
En total, un sueldo integral de 29,5 millones, con un crecimiento del 6% respecto al año anterior.
¿Qué hizo Mary Barra para merecer esta compensación?
No se trata de un regalo corporativo. Según General Motors, Barra cumplió con los objetivos estratégicos establecidos para el año, lo que se tradujo en ganancias récord para la empresa. Esto incluye:
- Aumento en los beneficios netos
- Avance en la transición hacia los vehículos eléctricos
- Expansión de mercado en regiones clave
- Control de costes operativos en medio de la inflación global
Wesley Bush, presidente del Comité de Compensación de GM, fue claro: “No debe haber complacencia, pero los accionistas han salido beneficiados”.
¿Y cuánto gana un trabajador medio en GM?
Aquí es donde el contraste se vuelve incómodo. Según datos de Indeed, el salario promedio anual de un trabajador en General Motors ronda los 95.111 dólares. Esto significa que Mary Barra gana 310 veces más que cualquier empleado promedio.
Esto genera un evidente choque ético y social. Muchos se preguntan: ¿es justo? ¿Puede justificarse una diferencia tan abismal entre directivos y operarios?

Comparativa con otros directivos: ¿Barra gana más que sus rivales?
Sí. La CEO de General Motors superó a sus competidores más directos dentro de la industria automotriz. Algunos ejemplos notables:
- Jim Farley, CEO de Ford: 24,8 millones de dólares en 2024
- Carlos Tavares, ex CEO de Stellantis: 23,08 millones más 35 millones como finiquito
Aunque Tavares se embolsó una cifra superior (58,08 millones en total), una parte significativa de ese monto se debe a su salida de la empresa. En términos de compensación activa y por rendimiento anual, Mary Barra lidera el ranking.
Una brecha salarial que crece sin freno
En muchas grandes empresas, la diferencia entre el salario del CEO y el trabajador promedio se ha convertido en un tema cada vez más polémico. En el caso de GM, la proporción 1 a 310 no solo es alta: es una de las más extremas del sector.
Y no es un caso aislado. Por ejemplo:
- En Stellantis, Carlos Tavares ganó 518 veces más que un empleado medio.
- En Ford, la brecha salarial se redujo, pero sigue siendo significativa.
Estas cifras disparan preguntas sobre la equidad en las empresas y la percepción de los trabajadores respecto a sus líderes.
¿Por qué se permite esto?
Porque las reglas del juego así lo permiten. En Estados Unidos, la compensación de los altos ejecutivos se basa en rendimiento, resultados financieros y retorno a los accionistas. Mientras la empresa gane, los directivos también.
¿Y los trabajadores? A menudo, no participan directamente de los beneficios, salvo por aumentos salariales limitados o primas poco significativas.

¿Esto afecta la moral del personal?
Sí. Varios estudios muestran que una brecha salarial excesiva reduce la motivación de los empleados y genera desconfianza hacia la dirección. Además, en situaciones de crisis (como despidos o recortes), estas cifras se convierten en un símbolo de desigualdad.
En GM, las recientes huelgas y reclamos sindicales han puesto presión sobre la política salarial de la compañía.
El otro lado del debate: meritocracia y resultados
Por supuesto, hay otra visión. Los defensores del sistema argumentan que Mary Barra ha guiado a General Motors por una senda de crecimiento sostenido. La transición hacia modelos eléctricos, la digitalización de procesos y la mejora en eficiencia han sido fruto de su liderazgo.
Y en ese contexto, un pago multimillonario es una retribución a su nivel de responsabilidad y éxito. Si la compañía crece, ¿por qué no debería hacerlo su CEO?
¿Qué opinan los accionistas?
Curiosamente, muchos accionistas apoyan la compensación de Barra. Para ellos, su gestión ha generado dividendos atractivos y ha aumentado el valor de sus inversiones.
Esto demuestra una de las grandes paradojas del modelo empresarial: lo que puede ser visto como un abuso para los trabajadores, puede ser una bendición para los inversores.
¿Se puede cambiar este modelo?
Se puede, pero no es fácil. Requiere una reforma profunda del sistema de retribución empresarial, nuevas leyes de equidad salarial y una presión constante de los sindicatos y la sociedad civil.
Algunas empresas ya han comenzado a implementar modelos más justos, con límites salariales, bonos compartidos y mayor transparencia. Pero aún son la excepción, no la norma.

Conclusión
La historia de Mary Barra y sus 29,5 millones de dólares pone sobre la mesa una realidad incómoda: las grandes diferencias salariales en las corporaciones automotrices no solo existen, sino que se incrementan cada año.
La pregunta no es si su sueldo es legal o incluso si está justificado. La verdadera cuestión es: ¿es moralmente aceptable que un líder gane cientos de veces más que los trabajadores que mantienen viva a la empresa?
Quizá sea el momento de replantear el modelo. Porque cuando la brecha es tan grande, el riesgo no es económico: es humano.