¿Puede una simple línea pintada hacer que los conductores reduzcan la velocidad? Lo que parecía una broma se está convirtiendo en una innovadora herramienta de seguridad vial. Pero… ¿funciona de verdad? Quédate, porque lo que ocurre en una calle de Pensilvania podría cambiar el futuro del tráfico urbano.
Una idea poco convencional, pero con mucho sentido
En el tranquilo municipio de Montgomery Township, en el estado de Pensilvania, la lucha contra el exceso de velocidad ha tomado un camino poco habitual. A partir de abril de 2025, los habitantes de Gray Lane —una calle residencial de tránsito moderado— se encontraron con una escena digna de una película surrealista: líneas onduladas pintadas sobre el asfalto, recorriendo todo el centro del carril.
¿Una broma del April Fool’s Day? Eso pensaron muchos al principio. Pero no. Esta curiosa decoración vial es en realidad una medida oficial para frenar a los conductores temerarios, y lo más interesante es que no actúa sobre el vehículo, sino sobre la mente del conductor.

¿Por qué optaron por esta técnica tan peculiar?
El problema era real. Velocidades por encima del límite eran pan de cada día. Ni las señales adicionales, ni los controles policiales con radar lograron mantener la velocidad bajo control. Los vecinos, preocupados por la seguridad de sus familias, pedían una solución urgente.
Pero había un obstáculo: no se podían instalar badenes o reductores físicos. La razón era técnica: la estructura subterránea de la calle no soportaría bien estos elementos.
Entonces, los ingenieros y responsables de movilidad tomaron un desvío interesante —literal y metafóricamente—: actuar sobre la percepción visual de los conductores.
El poder de la ilusión: cómo funciona este método
Las líneas onduladas tienen un objetivo muy claro: confundir al subconsciente del conductor. Al romper con la estética recta y predecible del asfalto, provocan una respuesta de alerta automática. El cerebro, que espera un trazado uniforme, detecta una anomalía y, casi sin pensarlo, el pie se relaja sobre el acelerador.
Este efecto psicológico ya ha sido explorado en otros países como:
- Japón, con franjas musicales que suenan al paso del auto.
- Reino Unido, con zonas de color o textura antes de curvas peligrosas.
- Suecia, con señales ópticas que simulan estrechamientos.
Pero en Estados Unidos, es la primera vez que se prueba como única herramienta de reducción de velocidad.
¿Una carretera que “baila”? La reacción de los vecinos
La implementación fue repentina. Nadie avisó. Cuando los residentes vieron las primeras líneas serpenteantes en el suelo, las teorías no se hicieron esperar:
- “¿Esto lo pintó alguien borracho?”
- “Seguro es una instalación artística temporal.”
- “¿Es una cámara oculta del ayuntamiento?”
La confusión fue tal que incluso se viralizó en redes sociales con el hashtag #DrunkRoad. Pero lo cierto es que, tras el revuelo inicial, muchos empezaron a notar menos acelerones y frenazos en la calle.
¿Funcionan realmente las líneas onduladas en el asfalto?
Las primeras mediciones realizadas por el municipio muestran una leve disminución en la velocidad media. Aunque aún no hay datos concluyentes, se considera que el experimento va por buen camino.
Lo interesante es que esta medida, económica y de bajo impacto estructural, no requiere obras ni interrumpe el tráfico. Basta con pintura y creatividad.
Y si no funciona, ya tienen un plan B: instalar bolardos para restringir el acceso o modificar el trazado de la vía.
Detalles clave del proyecto de Montgomery Township
Ubicación: Gray Lane, calle residencial en Pensilvania
Objetivo: Reducir la velocidad sin modificar la infraestructura
Motivo: Alta frecuencia de infracciones y peligro para peatones
Solución: Líneas onduladas que alteran la percepción visual del conductor
Costo: Muy bajo comparado con alternativas físicas
Alternativas previas: Señales, radares y patrullaje sin éxito duradero

Una estrategia con futuro en zonas urbanas
Este experimento plantea un nuevo enfoque para mejorar la seguridad vial en áreas residenciales. En zonas donde conviven peatones, niños, bicicletas y vehículos, las soluciones tradicionales no siempre son viables.
La clave está en no depender exclusivamente de elementos físicos, sino en trabajar con el comportamiento humano. Y eso, en términos de movilidad, es tan revolucionario como pintar una curva en un camino recto.
¿Podría implementarse en otros países?
Sí, y probablemente lo veremos pronto. Las ventajas son tentadoras:
- Bajo costo
- Fácil instalación y remoción
- No genera molestias a los vecinos
- Efecto inmediato sobre la atención del conductor
Además, se trata de una solución ecológica, ya que no implica maquinaria pesada ni materiales contaminantes.
Lo que puede aprender América Latina de esta iniciativa
En muchas ciudades de Latinoamérica, la seguridad vial es un desafío enorme. ¿Por qué no importar ideas así de simples y disruptivas?
La implementación de soluciones visuales como esta podría complementar las políticas tradicionales, y reducir accidentes en barrios escolares, zonas residenciales y áreas comerciales.